Importancia del Omega 3 marino para el desarrollo cerebral.
- Lucas Battilana
- 3 oct 2023
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Importancia del Omega 3 marino para el desarrollo cerebral
Fuente: Intramed. Dra. Alejandra Coarasa
1.1. El aumento de los aceites de semillas con omega-6 y la caída de los omega-3 en la dieta
Los omega-3 marinos han sido parte de la dieta durante millones de años. En el Paleolítico, la ingesta de ácido eicosapentaenoico (AEP) y ácido docosahexaenoico (ADH) omega-3s marino era de 660-14,250 mg/día,en comparación con alrededor de 100-200 mg/día hoy.
Durante los últimos 100 años, la ingesta de ácido linoleico (AL) omega-6 pasó de menos del 3% de la ingesta energética total a más del 7% [6], principalmente debido al consumo de aceites de semillas ricos en omega-6, como aceite de soja, maíz y girasol.
Durante el siglo XX, las formas altamente concentradas de omega-6 aumentaron la proporción de omega-6/3 de 4:1 o menos a 20:1
Cabe destacar que el aumento de la ingesta de AL omega-6 se asocia con un mayor riesgo de trastornos depresivos y de ansiedad [10,11], así como con un mayor riesgo de depresión posparto [12].
Esto apoya la teoría de que un aumento en la proporción de omega-6/3 puede ser un factor que contribuya al aumento de los trastornos del estado de ánimo, incluida la depresión, en el mundo occidental.
2. La importancia de los omega-3 marinos para la función cerebral
2.1 Desarrollo en la primera infancia
La Sociedad Internacional para el Estudio de Ácidos Grasos y Lípidos recomienda el consumo de 300 mg/día de omega 3 marino durante el embarazo y la lactancia. Sin embargo, la ingesta media en estos períodos es solo de 60 a 80 mg/día, que es ~ 25% de la dosis diaria recomendada [16].
El omega-3 DHA es importante para el desarrollo del sistema nervioso central y es el ácido graso poliinsaturado (AGPI) prevalente en el mismo. En humanos, la acumulación de ADH ocurre principalmente durante el último trimestre, así como en los primeros 6 a 10 meses de vida [14].
Los niños prematuros se pierden la acumulación máxima de omega-3 DHA materna y ciertas fórmulas para lactantes solo pueden proporcionar AL y AAL, en comparación con la leche materna que también proporciona ADH.
Por lo tanto, los prematuros alimentados con fórmula pueden tener un riesgo particular de deficiencia de ADH, que se asocia con resultados de salud adversos, como deterioro cognitivo y visual, disminución del aprendizaje y alteración del comportamiento.
Si bien la formación de neuronas se produce en la etapa prenatal, la gliogénesis no se completa hasta el periodo postnatal [14].
Los neurotransmisores cerebrales pueden verse afectados por la baja disponibilidad de omega-3 DHA incluyendo acetilcolina, dopamina, serotonina, norepinefrina, glutamato y ácido gamma-aminobutírico (GABA). Muchos de estos son extremadamente importantes para prevenir y tratar la depresión y la demencia y esta puede ser la razón por la cual AEP/ADH tienen beneficios en estos estados patológicos [20].
Probablemente se requiera omega-3 DHA suplementario para asegurar niveles óptimos en el feto. De hecho, una ingesta materna baja, especialmente al principio de la vida del niño, puede reducir la incorporación de ADH al cerebro.
La leche materna humana contiene omega-3 y su concentración depende de los omega-3 consumidos en la dieta. Esta puede ser la razón por la que los bebés amamantados, en comparación con los que toman fórmula sin omega-3, tienen una menor incidencia de problemas de aprendizaje más adelante en la vida [24-26].
El AAL omega-3 se considera un ácido graso esencial ya que el cuerpo no puede producirlo y por lo tanto, su estado en el feto en crecimiento está determinado por la ingesta de la madre. El alto contenido de omega-6 en la dieta limita aún más la incorporación de omega-3 en el feto. Los neonatos prematuros tienen una mayor necesidad de omega-3 porque en el tercer trimestre del embarazo es cuando estos se incorporan a los tejidos neuronales y retinianos [28].
Los primeros 10 meses de vida son también especialmente importantes para asegurar un estado apropiado de omega-3. Garantizar la suplementación con omega-3 durante estos períodos no solo ayuda al desarrollo de ojos y cerebro sino que también podría afectar la cognición, el aprendizaje, el comportamiento y la reproducción [28].
Las dietas ricas en omega-6 y grasas trans reducen el estado de omega-3. No solo es importante reducir la ingesta de omega-6 AL durante el embarazo, sino también reducir la ingesta de grasas trans además de aumentar la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados omega-3, especialmente DHA.
Los niños nacidos de madres que consumen una dieta alta en omega-6 pueden tener desventajas cognitivas.
Una alta proporción de omega-6/3 en la madre puede provocar enfermedades del desarrollo mental y la suplementación de los lactantes prematuros con aceites marinos ricos en ADH parece reducir este riesgo [32].
Ensayos aleatorizados sugieren que la suplementación de lactantes prematuros con ADH mejora la inteligencia, acelera el procesamiento de la información visual y promueve una mejor atención [32-34].
La leche materna contiene omega-3 ADH, pero no todas las fórmulas para bebés lo contienen. Esto podría explicar las mayores puntuaciones en el desarrollo a los 18 meses en lactantes prematuros amamantados frente a los que no lo son, así como el cociente de inteligencia significativamente mayor a los 7-8 años en comparación con los que recibieron fórmula sola [36]. Se han observado mejoras en el desarrollo cognitivo y el vocabulario, la coordinación visuomotora, las puntuaciones de comportamiento, la altura y el perímetro cefálico [25,26,37].
La lactancia materna se asocia con una mejor capacidad cognitiva y rendimiento educativo del niño y menos anomalías neurológicas [38,39]. Todo esto sugiere que una mayor ingesta posnatal de omega-3 mejora el desarrollo cerebral y cognitivo, mientras que una mayor ingesta de AL probablemente perjudica estos resultados.
En resumen, los datos sugieren que la ingesta suplementaria de AG omega-3 de cadena larga durante el embarazo puede tener beneficios para el desarrollo en la primera infancia.
3. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)
El TDAH afecta entre el 4 y el 15% de niños en edad escolar en los Estados Unidos y con frecuencia continúa durante la edad adulta [53]. Se ha descubierto que niños y adultos con TDAH tienen niveles más bajos de omega-3 de cadena larga en membranas celulares que se correlacionan con problemas de comportamiento y aprendizaje así como con hiperactividad-impulsividad, ansiedad, rabietas y dificultad para dormir [53]. Por lo tanto, complementar a los niños con TDAH con ~120-500 mg de omega-3 marinos de cadena larga/día puede proporcionar beneficios significativos al reducir los síntomas del TDAH.
4. Trastorno del espectro autista (TEA)
Se ha observado que los niños con TEA tienen niveles plasmáticos bajos de ADH y de ácidos grasos omega-3 [61]. Un informe encontró deficiencias de ácidos grasos omega-3 en prácticamente el 100% de los casos de TEA [53]
Un ensayo doble ciego en niños de 5 a 17 años con TEA halló beneficios sobre la hiperactividad y la estereotipia al administrar 1,54 g/día de ADH/AEP [62]. Por lo tanto, complementar con omega-3 de cadena larga puede ayudar a los pacientes con TEA y TGD.
5. Trastornos del estado de ánimo
Hubo un aumento progresivo en la prevalencia de la depresión, particularmente después de la Segunda Guerra Mundial, lo que es poco probable que sea totalmente atribuible a cambios sociales, de los criterios diagnósticos o al sesgo de notificación.[9,63] Además, 30% a 40% de los pacientes diagnosticados con trastornos depresivos mayores se consideran resistentes al tratamiento [64]. El trastorno depresivo mayor no es sólo una carga para el individuo y la sociedad, sino que también contribuye a los costes sanitarios.
De hecho, se estima que el trastorno depresivo sería la segunda causa principal de discapacidad a nivel mundial en 2020. [65,66] Por lo tanto, determinar y tratar las causas fundamentales del trastorno depresivo mayor es de importancia extrema. Se ha propuesto que el aumento de la ingesta del ácido graso omega-6 AL mediante aceites de semillas industriales, así como la reducción de la ingesta de omega-3 marinos de cadena larga podrían ser dos factores contribuyentes [67].
6. Una mayor ingesta de omega-3 marinos se asocia con un menor riesgo de depresión
Joseph Hibbeln de los Institutos Nacionales de Salud descubrió que los países que consumen más pescado y mariscos tienen tasas más bajas de depresión [71], menor riesgo de ideación suicida [66], y un mejor estado de salud mental [73]. También halló una correlación inversa entre la ingesta total de mariscos, el ADH en la leche materna y la depresión posparto en 22 países [74]. Lin y col. realizaron un meta-análisis y hallaron niveles más bajos de AEP y ADH en personas con depresión [65].
7. La importancia de los omega-3 de cadena larga y la salud del cerebro
El aumento de los omega-3 de cadena larga en el cerebro puede reducir las citocinas inflamatorias, mejorando la función de los neurotransmisores.
8. Estudios clínicos que evalúan los omega-3 marinos en la depresión y otros trastornos cerebrales
En resumen, existen numerosos estudios y meta-análisis que respaldan el uso de omega-3 para la prevención y el tratamiento del trastorno depresivo mayor y los síntomas de depresión. Dado que los omega-3 marinos son seguros y bien tolerados, la suplementación con AEP/ADH podría considerarse en personas con depresión o que tienen un mayor riesgo de desarrollarla.
Los AGPIs omega-3 también podrían reducir los episodios de violencia y los intentos de suicidio [93,94, 95]. En pacientes con autolesiones recurrentes, suplementar con 2,1 g/día de AEP/ADH mejora la depresión, las tendencias suicidas y el estrés diario [96].
Por último, se ha descubierto que la suplementación con omega-3 marinos mejora los síntomas depresivos en mujeres menopáusicas con problemas psicológicos [97], mujeres ancianas deprimidas [98], ancianos con deterioro cognitivo leve [99] y trastorno bipolar juvenil [100]. Los omega-3 marinos son seguros, y la suplementación diaria puede ser una estrategia rentable para apoyar la salud cerebral y conductual.




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